El autor, partiendo de un profundo respeto a cuantas culturas configuran las vivencias de una colectividad, invita a romper todo encuandre etnocéntrico y ajustar el evanglio a cuantos módulos socio-culturales no cesa de gestar la humanidad. Solo así podrá activarse el pluralismo religioso que tanto inculcara el Concilio Vaticano II: